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La cultura es para perros (podcast 🎧 y nota ✍️)

El Gobierno porteño intentó en dos ocasiones derrumbar el Galpón cultural ubicado en la Plaza 25 de Agosto. Los vecinos montaron una guardia para evitar que lo terminen de tirar abajo hasta tanto la fiscalía interviniente resuelva qué se hará con el lugar. Por Ximena González y Martín Bustamante.

Una destrucción violenta

El viernes 30 de septiembre por la madrugada, el Gobierno de la Ciudad y el presidente de la Comuna 15, Martín Garcilazo, fueron hasta Charlone y Heredia con una cuadrilla y rompieron puertas y candados y comenzaron a desarmar el Galpón de Ortúzar, donde funciona un centro de jubilados, una biblioteca popular, el bachillerato popular Berta Cáceres y distintos talleres artísticos y deportivos. Pero el operativo fue frenado por vecinos y se consignó una mediación.

La respuesta de los vecinos

Sin embargo, el martes siguiente, empleados de la Comuna junto a una empresa privada volvió al emplazamiento para completar el proceso. Desde ese entonces, los ciudadanos se turnan para hacer guardia hasta que el juzgado dicte una resolución.

A pesar de que a se les labró una contravención por ocupación del espacio público, presentaron un amparo que ya está en el ámbito de lo contencioso administrativo. “La presión del GCBA fue muy grande, hasta publicaron un informe de defensa civil argumentando un supuesto peligro de derrumbe. Presionaron y coaccionaron a la fiscalía para que la mediación se diera sin la necesidad de no hacer la obra. Como vimos que eso a nosotros no nos traía ninguna garantía y que la mediación eventualmente ocurrirá por la contravención de ocupación de espacio público, fuimos al fuero Contencioso Administrativo con el recurso de amparo. Desde que el juzgado lo tiene en su poder por el momento hubo un solo auto, que fue solicitando ampliación de información, pero no tuvimos más novedades que eso”, le comentó a este medio Juan Martín Chipano, vecino y participante de las actividades del sitio.

Mientras esperan una medida que inste al Ejecutivo porteño a sentarse a dialogar y resolver el problema de manera pacífica, todas las actividades las hacen en el exterior para que la gente del barrio que todavía está enterada de lo que pasó, lo vea. “Estamos resistiendo desde la alegría del encuentro también, que es un poco el espíritu que tuvo siempre el galpón”, expresó.

Y agregó: “Lo que está pasando es algo maravilloso que a nosotros nos llena de felicidad y de mucha esperanza. Muchos recién estaban levantándose y vinieron a defender este lugar. Desde ese momento la solidaridad y la presencia es permanente. Se armó un esquema de guardias y quien no se puede quedar trae agua caliente o algo para comer. Todas las casas nos abrieron sus puertas para poder pasar al baño cuando estamos sosteniendo la guardia. Se manifestó algo que es el espíritu de trabajo que siempre tuvo el galpón, que es un punto de encuentro comunitario. Realmente nos emociona profundamente y es el motor que sostiene esta lucha, y que logró frenar en dos oportunidades al Gobierno de la Ciudad”.

Un diálogo ausente

La administración porteña quiere colocar allí un canil y una posta aeróbica, argumentando un deseo vecinal, aunque Chipano sostuvo que no saben en dónde están manifestados estos pedidos porque no hay ámbitos legítimos de participación para decidir sobre la gestión del espacio público.

También aseguró que cuando les pidieron una explicación a quienes fueron a desmantelar el sitio, les mostraron una resolución administrativa que, tal como asegura Juan Martín, no está publicada en el Boletín Oficial y que tenía fecha del día anterior. “No dan los plazos hábiles para que haya una decisión, contratación y adjudicación para que venga una empresa a hacer este trabajo”, aseveró.

Luego del hecho, no hubo ningún tipo de diálogo, ni ninguna intención de entablarlo. La última comunicación que tuvieron con el GCBA se dio cuando regresaron a continuar el operativo y, luego de haber logrado frenarlo por segunda vez, el encargado del mismo les dijo “la tercera es la vencida”, según afirmó el vecino.

“Nuestros contactos son públicos. Si hubiera habido voluntad de dialogar era muy fácil encontrarnos y sentarse a hablar. Nosotros articulamos con algunos comuneros, y el presidente de la Junta Comunal lo sabe. Se ve que no tiene ninguna intención de sentarse a dialogar sino que tenía una decisión tomada de destruir este lugar”, denunció, a la vez que agregó: “La resolución que nos mostraron está firmada por la Secretaría de Asuntos Estratégicos del gobierno y el primer día vino el presidente de la Junta a comandar el operativo, no entendemos muy bien en calidad de qué, porque no era firmado por él”.

Tampoco se puso en conocimiento sobre la decisión al resto de los comuneros o al Consejo Consultivo. Los comuneros del Frente de Todos luego se presentaron en la plaza y mostraron su apoyo y colaboración a la lucha barrial, mientras que desde el consejo organizaron una asamblea extraordinaria en la plaza. Por otro lado, algunos diputados se acercaron para conocer lo ocurrido y Alejandro Amor preparó un pedido de informes para elevar en la Legislatura porteña.

Un galpón con historia

El Galpón de Ortúzar era originalmente una cancha de bochas de los jubilados del barrio. En 1997 decidieron ir al programa “Sorpresa y media”, conducido Julián Weich, y pudieron cumplir el sueño de techarla y hacerle una infraestructura. A principios de los 2000 quedó abandonada pero entre el 2013 y 2014 un grupo de personas se dio la tarea de recuperar el emplazamiento.

En ese momento se levantó la cancha de bochas que ya estaba podrida, se cambiaron las chapas del techo, los baños que daba a la plaza se volcaron hacia dentro y se lo volvió a dotar de vida. Y a las actividades del centro de jubilados se le sumó la pata cultural y empezó a funcionar una sede del Plan FinEs.

Durante la pandemia se usó como un espacio para entregar alimentos a los más necesitados a partir de donaciones de los vecinos y apenas las medidas se flexibilizaron, volvieron todas las actividades.

“La particularidad de que esté en una plaza es que invita a que sea un punto de constante participación e intercambio con quienes vienen y se nuclean acá. Es un lugar que en la memoria colectiva tiene mucha existencia, porque es parte de la identidad del barrio”, concluyó Juan Martín Chipano.