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La comunidad del Mariano Acosta construyó sus propios medidores de CO2

Junto a otras cooperadoras de escuelas de la Ciudad están realizando una campaña para que el Gobierno porteño coloque estos contadores en todas las instituciones. Por Ximena González
Foto. www.fmecosur.com.ar

Junto a otras cooperadoras de escuelas de la Ciudad están realizando una campaña para que el Gobierno porteño coloque estos contadores en todas las instituciones. Por Ximena González

La presencialidad plena en los colegios que estableció el GCBA a partir de agosto implica, entre otras cosas, la eliminación del distanciamiento social entre los alumnos: mientras que antes las burbujas estaban compuestas por ocho estudiantes, ahora serán el curso entero. En este contexto, la comunidad educativa de la Escuela Normal Superior n°2 “Mariano Acosta”, ubicada en Gral. Urquiza 277 (Balvanera, Comuna 3), rechazó los purificadores de aire que les ofreció el GCBA y ante la falta de respuestas a los pedidos de entrega de medidores de dióxido de carbono, construyó los suyos.

Asimismo, lanzaron una solicitada denominada “Un respiro para las escuelas porteñas”, a través de la cual le piden al Poder Ejecutivo que implemente esta tecnología que permite identificar el nivel de circulación de oxígeno y de dióxido de carbono en el aire en todos los colegios. Luz Pearson, integrante de la cooperadora del Mariano Acosta, contó que nació como una iniciativa de ellos y que luego se extendió con la articulación con la Red de Cooperadoras de la Ciudad de Buenos Aires. También explicó que la solicitada se hizo para que se adhieran los ciudadanos interesados, pero que además se confeccionó una carta con sus firmas, las de los sindicatos docentes (UTE Y CTA) y las de figuras del campo médico y de la investigación.

“Estamos pidiéndole al Gobierno que distribuya un medidor por instituto. Acabamos de impulsar una carta firmada por muchos colectivos educativos y científicos muy importantes como José Luis Jiménez, quien logró que la Organización Mundial de la Salud entendiera que el contagio de esta pandemia era por aerosoles, Andrea Pinedo Rojas y Sandra Cordo, quienes asesoraron en el Plan Ventilar”, manifestó Luz.

Y agregó: “Nosotros lo que decimos es que desde ya no se puede volver a la normalidad en las escuelas y que tendríamos que tener como protocolo un contador por establecimiento. Yo puedo estar midiendo un aula y así voy regulando los tiempos de la clase. Si a los 40 minutos ya se acumuló mucho dióxido de carbono, el dispositivo suena y entonces tenemos que salir, hasta que se haga un recambio de aire”.

Pero apuntó a que esto no resuelve el problema de la distancia social, sino que por el contrario, deja en claro que es necesaria, porque un espacio con 30 alumnos seguramente va a tener mucho CO2 -que es lo que aumenta la posibilidad de contagio del COVID-, a pesar de estar ventilado. Desde la comunidad creen que esta es la razón por la que el GCBA no quiere entregar medidores: brinda un dato fehaciente de que no puede haber tanta gente en un espacio.

“Cada vez que los pedimos nos dijeron que no, que ellos iban a entregar purificadores. Gastaron 80 millones de pesos en eso, que no es útil para las aulas, y los medidores implican un costo de 8 o 10 millones de pesos. Del Acosta ya los retiraron porque la rectora, con mucha sensatez, manifestó que no sabía usarlo y que eso emite ozono, es decir que no es inocuo. También les dijo que no iba a aprender a usarlo hasta que alguien del área de Salud le firme que se pueden prender. Y esa firma nunca llegó”, aseguró.

Paralelamente, en enero, comenzaron a pensar formas de tener un regreso a la presencialidad con más cuidado. Allí se encontraron con la información del físico argentino Jorge Aliaga, quien en su página web enseñó cómo construir un medidor y expuso los detalles del contagio por aerosoles. “La evidencia en ese momento mostraba que la emisión de aerosoles se produce en lugares cerrados o donde hay emisión, donde alguien habla o canta. Y eso es casi la definición de una clase. Teníamos que hacer algo”, destacó Luz.

Cómo todavía no había proveedores de estos contadores de dióxido de carbono, buscaron los componentes para armarlo. El sensor de CO2 es la parte más cara y todo debían abonarlo con los fondos de la cooperadora. En abril hicieron el primer prototipo, con la ayuda del profesor Alberto Falabella del Mariano Acosta, con un sensor de menor calidad y no funcionó. Para junio, probaron hacerlo con el dispositivo de mejor calidad, que les salió 5 mil pesos, y ahí les midió correctamente. 

Luego pensaron en hacer uno para cada aula y con campañas de recaudación de efectivo lograron duplicar la suma que habían invertido y además recibieron la donación de nueve sensores (de los que funcionaron seis) de una familia y cajas para colocarlos de otra que las imprimió en 3D. La instalación va a estar a cargo de padres y madres con conocimientos del tema y estudiantes del profesorado de Educación Tecnológica que funciona en el establecimiento, al que este año el Gobierno porteño cerró la inscripción.

Asimismo, se unieron a otras cooperadoras, con el objetivo de hacer compras colectivas y así reducir el costo de los elementos. Si bien ahora pueden comprarse directamente los medidores armados, su costo ronda entre los 20 y 25 mil pesos según contó Luz, y no pueden pagar esos montos, sobre todo teniendo en cuenta que buscan alcanzar los 26 aparatos, para tener uno por clase.

“En la Red nos planteamos como dilema que hay cooperadoras que tienen recursos muy escasos. Así que estamos viendo de generar acciones para conseguir fondos para poder ayudarlas”, indicó, a la vez que denunció: “Eso lo tenemos que estar haciendo nosotros porque estamos muy acostumbrados a llenar los vacíos que deja el Estado. Hacemos una carta y una solicitada al Gobierno de la Ciudad, juntamos firmas, y también salimos a construir porque hasta ver si los entregan o no, los chicos están en el aula”.

Para contactarse con ellos y unirse a la compra colectiva, se puede enviar un mail a medidoresparacada@gmail.com o escribirles a la página de Facebook “Medidores de CO2 para las aulas”. Por allí, además, se pueden inscribir a participar de la charla informativa que van a brindar el sábado 14 de agosto, a las 14, sobre cómo utilizar los contadores y cómo funciona el contagio por aerosoles.

La actividad está dirigida a los docentes porteños, es virtual y de inscripción gratuita, y van a exponer José Luis Jiménez, Jorge Aliaga, la bióloga Melina Furman y Natalia Rubinstein, científica y presidenta de la cooperadora de la Escuela 22 D.E.10.