Los funcionarios enviaron algunos datos irrelevantes, para decir que habían cumplido con el requerimiento y -probablemente- con la ilusión de conformar al vecino, olvidando que en el texto de la invocada Ley N° 104, los legisladores expresaron que “Toda persona tiene derecho a solicitar y a recibir información completa, veraz, adecuada y oportuna. Para ejercer el derecho de acceso a la información pública no será necesario acreditar derecho subjetivo, interés legítimo o razones que motiven la petición.”
Más allá de una suerte de memoria descriptiva de pobre contenido, el archivo digital recibido nada aportó respecto de las cuestiones técnicas y económicas demandadas oportunamente. El “aporte técnico” se redujo a un único plano -una planta general- que por el tamaño, la escala y la calidad de la imagen era -y es- ilegible. No había cortes, detalles constructivos, ni indicaciones específicas, por ejemplo, sobre el manejo de los árboles que -lamentablemente- fueron podados sin necesidad y fuera de época.
La realidad mostró que, como no hubo una evaluación previa del pasado del predio, con las excavaciones, además de cortar raíces de los árboles, levantaron una cantidad de restos de las antiguas construcciones que estaban en esa parcela, materiales de mediados del s. XIX que tenían relevancia en función de la historia del barrio y que, por la Ley 25.743 de Protección del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico, debían ser registrados y recuperados. Recordemos que estas acciones son de responsabilidad del mismo GCBA, en tanto órgano de aplicación de dicha ley en el territorio de la ciudad, siendo la propia administración la que -en este caso- permitió que esos materiales terminaran en varios volquetes.

El plano carecía de datos básicos por lo que no sabemos, por ejemplo, si habrán de reponer los árboles que se secaron: el fresno que se encontraba dentro de la plazoleta, sobre la calle Cochabamba y que fuera retirado un tiempo atrás, o el ejemplar que plantaron hace unos meses, sobre Sarandí, y que se arruinó por falta de riego, esto a pesar de tener una empresa que se encargaba del mantenimiento del espacio verde, aunque parece que no de la vereda. Ahora pareciera que ésta y sus componentes tampoco forman parte de la remodelación de la plaza ya que -hasta el momento- el pozo de la esquina de Cochabamba y Sarandí -con sus cuatro o cinco años de antigüedad-, sigue en su lugar. Hay que reconocer que la contratista colaboró a que su tamaño se vea incrementado a partir de la detención de los camiones sobre esa ochava.
Decíamos que pasó el tiempo y de la misma manera en que las autoridades no informaron sobre las especificaciones técnicas, los detalles constructivos, el tratamiento de la vegetación, entre otros aspectos de la remodelación, aún no sabemos oficialmente cual es la empresa a cargo de los trabajos y cuáles el costo de los mismos. Tampoco hubo un cartel de obra que lo indique.
Y no hubo un reconocimiento del usuario real del espacio verde, del vecino, excluido de todo proceso de participación por los funcionarios -ajenos al barrio- que han decidido -una vez más- sobre el modo de usar los espacios comunitarios y los recursos públicos.