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Una reapertura de interés cultural

La Legislatura debate un proyecto para expresar una declaración reconocimiento a la histórica confitería de Congreso, fundada en 1916, y otorgar un diploma de honor a sus gestores.

La tradicional Confitería porteña del Molino volvió a abrir sus puertas este 8 de julio. El Molino es un símbolo porteño y uno de los edificios de la ciudad de más alto valor patrimonial y cultural.

Desde hace varios años se viene llevando adelante la remodelación y puesta en valor de su estructura y mobiliario. Ubicada en la esquina de las avenidas Callao y Rivadavia, a pasos del Congreso, abrió sus puertas para mostrar los extendidos avances de su restauración. El evento tuvo lugar el 8 de julio, en la víspera de su 106° aniversario.

La historia de la Antigua Confitería del Molino —en alusión al molino Lorea, que fue el primero en triturar granos en la Ciudad— arranca en 1821. Constantino Rossi la había bautizado Confitería del Centro y en 1886 otro italiano, Cayetano Brenna, compró la esquina de Callao y Rivadavia. Este experto en pastelería le encargó la remodelación a un arquitecto y le pidió que mejorara y ampliara la confitería. 

El arquitecto italiano Francesco Terenzio Gianotti resolvió el desafío mediante tecnología de última generación, como piezas premoldeadas de hormigón armado; quería que el edificio no pasara inadvertido e instaló una marquesina, vitrales y una réplica de un juego de aspas de molino en herrería que, junto con la torre aguja, es el símbolo que identifica a la confitería.

El edificio es considerado un emblema del art noveau y se halla entre las más notables de su época por la calidad de los materiales empleados en su construcción, muchos de ellos importados.

Se destacan los revestimientos de mármol de las columnas, pilastras y paneles del interior de los locales, de gran suntuosidad.

Las obras de arte que adornan el mobiliario, las puertas, ventanas, mármoles, cerámicas, cristalería y los más de 150 metros cuadrados de vitrales fueron traídos especialmente de Italia. 

El edificio tiene una estructura de hormigón armado, material aún novedoso en la época de su construcción en la que todavía se construía con ladrillo y losas de bovedilla catalana.

La empresa alemana GEOPÉ estuvo a cargo de la obra, aportando su conocimiento y manejo del material, en esa época conocida como “Cemento Portland”. 

El inmueble posee mosaicos opalinos, capiteles de bronce y cerámicas de oro en la mansarda.  Su fachada, que abraza la esquina, tiene un desarrollo simétrico y está revestido por piedra París. Se destaca en ella su fantasiosa ornamentación, de influencia veneciana.

Finalmente, luego de una construcción artesanal que demandó casi 4 años, este punto de encuentro de políticos, artistas y visitantes ilustres abrió sus puertas en 1916.

¿Cómo es la confitería El Molino?

La Confitería tiene cinco pisos y una azotea con mirador. En el subsuelo funcionaba la fábrica de pastelería; en la planta baja, la confitería, y en el primer piso, el salón de fiestas.

Sus salones recibieron la visita de ilustres personalidades de la política y de la cultura, extranjeras y argentinas, entre ellas, el presidente Marcelo Torcuato de Alvear, el príncipe Humberto II de Italia, el Príncipe de Gales, el Doctor Alfredo Palacios, los tenores Tito Schipa y Beniamino Gigli, las sopranos Lily Pons y María Barrientos, poetas y escritores como Leopoldo Lugones, Amado Nervo, José Ingenieros, Oliverio Girondo, Roberto Arlt y Ramón Gómez de la Serna.

Otros comensales célebres fueron Lisandro de la Torre, Eva Perón,  Niní Marshall,  Libertad Lamarque, Madonna, y Carlos Gardel, que le encargó especialmente a Brenna un postre para regalarle a su amigo Irineo Leguisamo, con lo que creó el “Leguisamo“, una sabrosa combinación de bizcochuelo, hojaldre, merengue, marrón glasé y crema imperial con almendras.

Algunos de las más célebres exquisiteces con que la confitería deleitó a sus clientes fueron el merengue, panettone de castañas, el marrón glasé, la copa Melba y el postre imperial ruso, curiosamente conocido en Europa como “postre argentino”.

Los espacios habilitados de la confitería

Con un cupo de 8 mil lugares, la tan esperada reapertura de la icónica confitería del centro porteño dará a los visitantes la posibilidad de recorrer el subsuelo, la cúpula, y disfrutar de música en vivo y de las exposiciones de objetos históricos.

Los recorridos duran 40 minutos y habrá ocho turnos disponibles desde las 12 a las 19 hs.  Se podrá visitar el primer piso, la planta baja y el subsuelo. Una vez finalizado, habrá acceso opcional a la azotea, ingresando por Av. Callao 32.

En un comunicado, la Comisión de El Molino comunicó que “se comenzarán a realizar visitas periódicas al edificio, para que la comunidad pueda ver el avance de un lugar histórico de Buenos Aires que, con el esfuerzo de trabajadoras y trabajadores del Congreso Nacional, pronto volverá a ser ese punto de encuentro para quienes quieran disfrutar de un café y su emblemática pastelería”.

La restauración del edificio

La puesta en marcha del Plan de Restauración Integral del Edificio del Molino (RIEM) contempla, de esta manera, la dimensión material e inmaterial de los bienes culturales.

En este marco, un equipo multidisciplinario de especialistas del Congreso trabajó para recuperar el patrimonio material e inmaterial del inmueble.

En 1992 es declarado Área de Protección Histórica (APH) de la Ciudad de Buenos Aires. La cantante pop estadounidense Madonna filmó el vídeo correspondiente a la canción «Love Don’t Live Here Anymore» en la Confitería del Molino el 4 de marzo de 1996, durante los descansos de la filmación de Evita.

El 24 de enero de 1997 lamentablemente La confitería Del Molino cerró sus puertas.  Pero el 12 de noviembre de 2014, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó y convirtió en ley el proyecto que promovió la expropiación del inmueble que quedó bajo el control del Congreso Nacional.

Esto posibilitó su restauración y la reapertura del edificio que reabrirá como confitería y que dedicará los pisos superiores a actividades culturales pasando a formar parte del denominado “Proyecto de la manzana legislativa”, con un museo dedicado a la historia de la confitería y un centro cultural, que se llamará “De las Aspas”, en homenaje al ornamento que dio nombre al local, donde se expondrán obras de jóvenes artistas argentinos.

Ahora la legislatura debate un proyecto para colocar un reconocimiento con la siguiente inscripción.

Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires

Declárese de Interés Cultural la reapertura al público de la Confitería del Molino (1916) Edificio histórico de la Ciudad