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Alejandro Machado, cronista de tu ciudad: “Soy especialista en arquitectura de autor”

Divulgador del patrimonio porteño, realiza caminatas para redescubrir el horizonte barrial. Destaca que en Balvanera hay grandes firmas de arquitectos icónicos. Juan Manuel Castro.

Alejandro Machado es un investigador de arquitectura de autor, especializado en la época que va de 1890 a 1930 en Argentina. Además de publicar textos y comentarios en medios de comunicación y ser activo en redes sociales con contenidos exclusivos, se dedica a realizar y organizar caminatas temáticas por distintos barrios y avenidas porteñas para redescubrir sus principales joyas arquitectónicas. No requieren inscripción y son a la gorra, se anuncian por @cronistadetuciudad.

“Los recorridos iniciaron en 2017. No soy guía de turismo ni arquitecto. Soy especialista en arquitectura de autor entre 1890 y 1930”, explica en diálogo con Abran Paso.

“Me interesa que la fachada esté firmada. Estudio por arquitecto, no por estilo. Muchos arquitectos trabajaron 50 años y pasaron por varios estilos”, remarca el estudioso. 

En este contexto, cuenta sobre las caminatas: “Son de nicho, por eso me siento honrado de que tanta gente me siga. Durante las caminatas lo único que hablamos es de arquitectura, arquitectos y de sus obras. Yo no cuento leyendas, si bien me fascinan. Siempre digo que la realidad supera a la ficción, por eso no me valgo de leyendas o cosas sin comprobar”.

Machado recorre las calles, habla con entendidos en la materia y apela a los libros de todas las épocas para contrastar informaciones que la mayoría de las veces no están tan a mano.

Se trata de un trabajo fino que permite recuperar datos, ponerlos en orden y contexto. Es una forma de mantener viva a aquella Buenos Aires de hace más de un siglo.

Fruto de este trabajo surgen grandes revelaciones sobre los hitos arquitectónicos locales. 

Por ejemplo, Machado halló en 2020 que a fines del siglo XIX en Rivadavia y José Mármol, en Almagro, se construyó el Palacio Muñíz, el cual está basado en un “gemelo” a la vera del canal de la Mancha, en Trouville Sur Mer (Normandía, Francia). Fue proyectado a fines de 1860 y todavía sigue en pie. El de Buenos Aires, en cambio, se demolió a mediados del siglo pasado y hoy el lote aloja un garage.

 “Acá nunca se cuidó el patrimonio de Buenos Aires como recurso estratégico. Te das cuenta cuando en Almagro tiraron abajo un palacio de gran valor patrimonial y apenas quedan menciones en revistas o diarios antiguos. En cambio, tenés un edificio igual que está hace más de 150 años y es súper habitable”, lamentó en ese entonces el investigador. 

Pasan los años y Machado continúa con este tono con respecto al cuidado del patrimonio arquitectónico.

“Pienso que -si bien la arquitectura de Buenos Aires siempre fue un ítem que ocupó el cuarto o quinto lugar cuando alguien habla de aspectos locales a destacar como el tango, asado, la gente- queda el 35 % solamente de la capa construida entre 1890 y 1930. Eso solo queda”, lamenta.

Es por eso que sus investigaciones minuciosas permiten dar testimonio y una idea más acabada sobre la dinámica de edificación de aquellos años, las búsquedas e inquietudes de aquella sociedad.

La Comuna 3 de Balvanera y San Cristóbal además se convierte en un sitio de relevancia. Entre fines del siglo XIX y comienzos del XX esta zona era más bien el arrabal porteño y fue cuna de grandes construcciones con peso propio: desde la estación Once del tren Sarmiento (Monumento Histórico Nacional desde 2021) a edificios con nombre propio como la Torre Saint o el Edificio Concepción.

Al respecto, Machado reflexiona: “Balvanera tiene la característica de ser un barrio que se hizo con muchos españoles e italianos que compraron terrenos para casas de renta. Son interesantes porque en cada edificio vivían las tres clases sociales a la vez. Muchos de estos edificios tenían tres cuerpos, tres entradas”.

“Todos los edificios hermosos que vemos se alquilaban. Hasta la Ley de 1948 de Perón no se podía comprar un departamento, vos solo podías comprar un edificio de departamentos, pero no un departamento solo”, pone en contexto el investigador. 

“Balvanera tiene arquitectos italianos y españoles interesantes, también argentinos educados en España. Así como García Núñez que tiene dos casas en la calle Pichincha, su casa propia que estaba en Independencia y fue demolida. Virginio Colombo tiene muchas obras en San Cristóbal y Balvanera: su casa donde murió en Moreno 2091, la famosa Casa Calise, Casa Calise II, Casa Grimoldi; hay muchas obras importantes de Colombo y todo un eje a través de Rivadavia de Mario Palanti que el arranca con el ex Hotel Castelar en Monserrat y llega hasta Balvanera”.

También menciona como otro hito a la Basílica Santa Rosa de Lima ubicada en Belgrano al 2200, la cual fue realizada en la década del veinte por el arquitecto Alejandro Christophersen. “Lamentablemente es dejada de lado por el camino del Bus Turístico, es una lástima que doble 150 metros antes”.

Ante la consulta particular, destaca sobre las caminatas que realiza por la avenida Entre Ríos: “Es de las más populares, solo comparable con las visitas al Cementerio de la Chacharita. Da satisfacción ver la respuesta del público”.

Entre una gran cantidad de edificios destacados, menciona el inmueble de Entre Ríos 974, realizado por Guillermo Álvarez entre fines de la década del veinte y comienzos del treinta. Se trata de la construcción coronada por un enorme arco, única en su tipo en la zona.

También resalta la presencia de obras de Valentín Meyer Brodsk, quien asimismo hizo “inmuebles importantes en Mar del Plata”. Suma trabajos de Virginio Colombo en Entre Ríos al 1000 y 1100 y el Banco Nación de San Juan y Entre Ríos, a cargo de Alejandro Virasoro.

Por último, menciona que la zona de Once es “espectacular” por la presencia de hitos arquitectónicos y a la vez por “pasajes que ya no son”.

Pone de ejemplo el Ex Mercado Merlini de Larrea y Lavalle –“con una pérgola como remate que es muy linda”- o el Pasaje Torres (en el frontispicio dice “Pasage Torres”) de Rivadavia y La Rioja, frente a Plaza Miserere.

Tanto en sus textos como en las caminatas, Machado se encarga de divulgar la importancia y majestuosidad de los gigantes de cemento que forjaron la identidad y el horizonte cotidiano de la Buenos Aires de ayer. Es un viaje al pasado, pero también un compromiso con el presente, generar una conciencia para cuidar las perlas que siguen en pie.