Esta semana ingresó un proyecto a la Legislatura con el objetivo de declarar como Bien Integrante del Patrimonio Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a otro mural pintado por Antonio Berni, localizado en el hall de entrada del edificio sito en la calle Urquiza 41, entre la Av. Rivadavia e Hipólito Yrigoyen, a una cuadra de la Plaza Miserere.
En el hall de entrada del mencionado edificio se ubican dos murales, uno a cada lado. Sobre el lado izquierdo se observa el mural “Alegorías de la ciudad moderna 1” (foto de nota) cuyo autor es Berni; es un fresco de 3m. x 3m. que se encuentra protegido por la Ley 3322. Sobre el lateral derecho se encuentra otro mural que posee una figura de mujer y el mismo no forma parte del listado de bienes protegidos en el marco de la Ley 1227 de Patrimonio Cultural y se propicia su protección.
Ambos murales conforman un conjunto de especial valor e interés, están localizados en un edificio donde vivió Antonio Bemi o tuvo su atelier, según las diferentes versiones de los actuales propietarios. En el año 1976 fueron tapados con yeso y vueltos a descubrir en el año 2001. Según comentarios el único que poseía la firma de Bemi era el mural que está protegido, aunque hoy día no se encuentre indicios de dicha firma.
Tanto la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico como la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural, dan cuenta del mal estado de conservación en que se encuentra el mural cuya protección se propicia, destacando las fisuras, manchas de humedad e intervenciones inadecuadas.
Antonio Bemi nace en el año 1905 en la ciudad de Rosario y se convirtió en uno de los artistas más importantes de América Latina. Era pintor, grabador, dibujante, muralista e ilustrador. Su obra fue de fuerte contenido social e influenciada por los acontecimientos históricos que el artista vivió a lo largo de su vida. En 1923 expuso por primera vez en Buenos Aires, en 1924 comenzó a realizar envíos de obras al Salón Nacional de Bellas Artes. En 1925, el Jockey Club de Rosario le otorgó una beca para estudiar en Europa, años en los que el artista descubrió la relación del arte con la política y el rol del artista como hombre de su tiempo y actor social. Desde entonces, la pintura ha sido su manera de reflexionar sobre la realidad y de transformar el mundo marginal de los trabajadores. En 1930 regresó a Rosario y comenzó a utilizar a la fotografía como documento para las poses y retratos de sus personajes.
En 1936 se mudó a Buenos Aires, y en los años subsiguientes obtuvo algunos de los principales premios de su carrera. Al inicio de la década de 1970 presentó “El mundo de Ramona”, una serie con ambientación multimedia dedicada a Juanito Laguna y Ramona Montiel, dos personajes que inventó para utilizarlos como símbolos de la niñez explotada en América Latina, serie que desarrolla hasta los años 80.
La Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico, dependiente de la Subsecretaria de Gestión Cultural, órgano técnico especializado del Ministerio de Cultura, recomienda que el bien encontrado sea declarado como “Bien Integrante del Patrimonio Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires” en el marco de la normativa citada.