El objetivo del Fondo es solventar los gastos que demande la creación de infraestructura verde y soluciones basadas en la Naturaleza en la jurisdicción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La propuesta consiste en ofrecer recursos ecosistémicos a través de la implementación de infraestructura verde urbana. También se busca contribuir al acceso a Espacios Verdes de todos los habitantes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Por otro lado, idea es promocionar la demanda y acrecentar la oferta de Espacios Verdes Públicos Urbanos y aumentar la calidad de vida mediante el desarrollo de actividades al aire libre en espacios verdes públicos.
Los fundamentos
En los fundamentos del proyecto, el Legislador afirma que no es novedad que la humanidad enfrenta, debido a la actividad antrópica, la aceleración del cambio climático.
Es en las ciudades donde se expresan los mayores efectos: tan sólo en la región de Latinoamérica y Caribe, la proporción de población viviendo en ciudades aumentó hasta el 80%.
En este sentido se vuelve imprescindible brindar servicios ecosistémicos que sustentan el bienestar humano y la calidad de vida.
Nuestra Constitución Nacional, establece en su Artículo 41: “Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo. El daño ambiental generará prioritariamente la obligación de recomponer, según lo establezca la ley. Las autoridades proveerán a la protección de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación ambientales…”.
Y la Constitución de la Ciudad nos habla de los derechos ambientales en su capítulo 4: “El ambiente es patrimonio común. Toda persona tiene derecho a gozar de un ambiente sano, así como el deber de preservarlo y defenderlo en provecho de las generaciones presentes y futuras.” (Artículo 26).
Los derechos ambientales fundamentales que son parte de la Carta Magna Nacional y de nuestra Ciudad, no se reflejan en C.A.B.A, y aún se agrava en el contexto de cambio climático.
Si tomamos, como ejemplo, espacio verde por habitante en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, debemos mencionar que sus números son bajos y sus proyecciones a futuro son nulas.
Tan solo 5,56 m2 por habitante es considerado espacio verde público y privado. Solo teniendo en cuenta los públicos, el número baja a aproximadamente a 3 m2.
Es deficitario en relación a lo que sugiere la Organización Mundial de la Salud: la recomendación mundial es de entre 15 m2 y 20 m2 por habitante.
Si bien la situación es preocupante en términos generales, se profundiza según la comuna de la Ciudad de la cual hablemos. Las comunas periféricas (1, 8, 9, 12, 13 y 14), tienen las mayores extensiones de espacios verdes.
En números, las únicas comunas que superan el mínimo sugerido por la OMS son la 8 (22.28 m2/hab), la 1 (15,54 m2/hab) y la 14 (10,16 m2/hab).
Estos datos no son menores, ya que la mayor cantidad de espacios verdes se encuentran en la periferia de la Ciudad, mientras que la mayoría de la población vive en el centro. Las comunas que se encuentran en el centro de la Ciudad, no llegan a los 2 m2/hab.
La situación más crítica la llevan las comunas 3 y 5, con menos de 0,18 m2/hab. La Ciudad de Buenos Aires está segunda en el ranking de las peores de América Latina en cuanto a la cantidad de metros cuadrados de espacios verdes por habitantes.
Es así como planificar y gestionar la ciudad a través de una red de infraestructura verde tiene un gran potencial como medida de adaptación y mitigación del cambio climático, contribuyendo al desarrollo sostenible.
Esta herramienta proporciona beneficios ecológicos, económicos y sociales a través de Soluciones basadas en la Naturaleza. Desde el punto de vista económico, es posible relacionar estos instrumentos con nuevos paradigmas como la agroecología y la bioeconomía.
Aparte de sus numerosas funciones sociales, podemos comparar la situación de implementación de infraestructura verde en las grandes ciudades de la región. La comparación nos hace dimensionar lo mal que estamos en C.A.B.A.:
En Bogotá, Colombia, se cuenta con 16,9 metros cuadrados por habitante; São Paulo, Brasil, cuenta con 11,58; Montevideo casi triplica los metros cuadrados de espacios verdes por habitante de nuestra Ciudad y en nuestra nación, Rosario supera los 10,4 metros cuadrados. En Latinoamérica, Curitiba lidera el ranking, con más de 50 m2 de espacio verde por habitante.
Desde el punto de vista ecosistémico, Asunción planificó integrar 5.793 ha del área metropolitana en un sistema de espacios y corredores verdes y recuperar hábitats autóctonos mediante la rehabilitación de 20 ha de área verde invadidas por especies de árboles alóctonos y de 20 ha de playas, con el fin de recuperar los espacios de anidación de 75 especies de aves migratorias.
Asimismo, otras ciudades del mundo están apostando a la infraestructura verde desde un punto de vista multisectorial: entre las actuaciones estipuladas, París definió convertir el 30% de los espacios verdes en huertas urbanas, incorporar 100 hectáreas de espacios verdes urbanos, tejidos verdes y muros y plantar 20 mil nuevos árboles.
Londres, por su parte, plantea convertirse en la primera ciudad Parque Nacional y destaca el valor económico del capital natural al apostar a nuevas formas de financiamiento.
¿Por qué es importante, además, darle destino a los terrenos baldíos en la Ciudad? Tener vacío un terreno o un inmueble en una zona servida: con agua, luz, escuelas, entre otras cosas, es poco eficiente en términos económicos.
Mantener terrenos baldíos en desuso disminuye la oferta y aumenta los precios del mercado inmobiliario. Además, cualquier terreno vacío y en desuso genera problemas ambientales y de higiene pública, destinando fondos para limpiar periódicamente estos espacios, evitando que se transformen en focos de contaminación.
La planificación de infraestructura a través de componentes en la naturaleza permitirá emitir Bonos Verdes, una solución que favorece la sostenibilidad a través de la garantía de recursos y trazabilidad.
La creación de un “Fondo de Infraestructura Verde” busca garantizar los ingresos necesarios para que el estado de nuestra Ciudad pueda repagar esta emisión.
Esto incluye mejorar la calidad y cantidad del arbolado urbano, de plazas, parques públicos y formalizar la creación de biocorredores urbanos, jardines de lluvia, como así también infraestructura de transporte lineal verde.
Se podrá aumentar de manera progresiva la superficie de espacios verdes públicos en todas las comunas, con el objetivo de alcanzar los 20 metros cuadrados por habitante recomendados por la Organización Mundial de la Salud, como también la creación de terrazas y pulmones verdes.
A su vez, se podrán desarrollar modelos sostenibles de mantenimiento y gestión de estos espacios a través de la captación de agua de lluvias, creación de muros medianeros verdes y cubiertas verdes en edificios públicos.
Es fundamental para el ambiente de nuestra Ciudad, y el sostén de una vida saludable, que exista un fondo con la finalidad de crear redes sostenibles , que nos permitirá elevar nuestros índices en la materia de resiliencia y sostenibilidad ambiental, social, institucional y sostenibilidad económica y financiera.