La Asociación de Africanos en Argentina rechazó las versiones policiales que los acusan de impulsar una asociación ilícita y denunciaron una campaña discriminatoria en su contra.
“Tratar a la Asociación de senegaleses de mafiosa es una disparate y una falta de respeto. Tienen que pedir disculpas”, afirmó el presidente de la Asociación de Senegaleses, Arfang, en diálogo con Abran Paso.
El referente de la comunidad senegalesa destacó que lo único que hacen los senegaleses es trabajar, “solo nos pueden reprochar estar en la calle, pero no es algo que nosotros queremos. Lo hacemos porque no queda otra. Si uno no puede conseguir un trabajo digno, ¿qué puede hacer?”
Cada año ingresan cientos de ciudadanos cameruneses, nigerianos y senegaleses a Argentina en busca de un futuro mejor. “Es como el argentino que se va a Estados Unidos, España o Australia para tratar de mejorar un poquito su situación económica. Uno viaja porque cree que en el lugar en el que está no se puede desarrollar”, describe Arfang.
Los africanos que viven y trabajan en Buenos Aires alquilan departamentos o piezas para vivir. Se juntan de a tres o cuatro y comen todos juntos para gastar lo menos posible.
El tipo de cambio es una de las cuestiones más importantes, “capaz que vos ganas $1000 en Senegal, pero preferís ganar $500 en Argentina porque haces una diferencia y le mandas plata a tu familia. Por eso no te podes quedar un día sin trabajar. Es muy difícil”, advierte Arfang.
Además del trabajar en la venta de indumentaria, muchos se desempeñan como empleados de seguridad, restaurantes, administración; uno de ellos es docente en la UBA. “Hay mucho chicos trabajando en la calle que son inteligentes, tienen oficios, títulos, pero sin el documento es difícil trabajar”, considera Arfang.
Algunos inmigrantes africanos deciden quedarse en el país y otros consideran que no es lo que estaban buscando y parten en busca de nuevos rumbos o regresan a sus tierras.
Ciudadanos de Senegal y de otros países de África ya son parte de la vida del barrio de Balvanera. Conocerlos, compartir momentos, conversar con ellos e integrarlos es fundamental para construir una sociedad más justa e inclusiva. Un paso fundamental para hacerlo es conocerlos y contar sus historias, más allá de lo se observa en las noticias policiales y en los hechos de violencia institucional.