La programación la elegía la gente, que opinaba y llevaba sus propias noticias; transmitió las luchas contra el menemismo y se enfrentó a los monopolios de la comunicación; el Estado lo allanó 14 veces pero siempre volvió a transmitir gracias a los televidentes que lo re-equipaban. Historia de un canal que cuestionó la pasividad del espectador y mostró que la TV puede ser algo más que contestataria.
“Utopía pertenece a esa gran mayoría de gente que esta marginada en nuestra sociedad, que no tienen posibilidad ninguna de poder expresarse a través de los medios de comunicación como la TV”.< Fabián Moyano, fundador del canal.
La historia de Utopía se inicia en Catamarca, y aunque parezca extraño, de la mano de Ramón Saadi. Una versión un poco menos amarilla comenzaría hablando de un transmisor, corazón de cualquier medio de comunicación, que el catamarqueño usaba en beneficio propio y que, estropeado, fue traído ala Capital para su arreglo. Vaya a saber uno qué designios del destino así lo quisieron, lo cierto es que finalmente el aparato aterrizó en manos de Walter y Fabián Moyano y ellos, en medio de tanto cablerío, vislumbraron, casi como una forma de redimirlo, un uso revolucionario al aparato.
De esta manera, estos dos profesores de música comenzaron a transmitir en 1989 desde Fuerte Apache como canal 4 Ciudadela pasando algunas películas los fines de semana y haciendo un noticiero. Sin embargo, el bautismo de fuego llegó, paradójicamente, con un temporal. Los monoblocks, que inicialmente habían sido pensados para 20.000 personas, albergaban ahora 100.000 y con las lluvias las cloacas se inundaron. Sus cámaras registraron todo y la municipalidad, presionada por semejante prueba, no tuvo más remedio que dar una solución al problema. El canal comenzó entonces a ganarse la simpatía de los vecinos, que empezaron a tomarlo como propio, llevando sus reclamos y propuestas además de videocaseteras, cámaras y todo lo que hiciese falta para equiparlo. Los siguientes tres años, momento en que el canal se traslada a Pompeya, estuvieron marcados por la transmisión de luchas obreras, en especial la de los trabajadores de SOMISA. Para entonces, en el conurbano existían más de 60 canales (pequeños ATC zonales) que, en su mayoría, estaban “respaldados” por los intendentes locales. Surgió así la necesidad de un canal donde se priorice la situación de los trabajadores, sus luchas, un canal que pertenezca a esa gran mayoría ignorada y silenciada por los grandes medios.
Con la bendición de Serrat (y la maldición del COMFER)
Con esta propuesta y previo permiso pedido al catalán para tomar prestado el nombre*, en 1992, nace Utopía. Ya en sus inicios, el canal tenía programas en vivo y noticieros donde la gente opinaba sobre la problemática de salud, desempleo y situación social. Parece que esta posibilidad de que la gente participe y se exprese libremente no estaba permitida en los estatutos del COMFER (órgano estatal que controla la TV). Menos aún la posibilidad de entregar licencias para transmitir lo cual obligaba a todo canal a ser “clandestino”. Así, y a pesar de tener los impuestos al día, llegó el primer allanamiento (y secuestro del equipo). No sería el único: en una década de vida el canal fue allanado 14 veces .Las amenazas de muerte no valían la pena ni contarlas. Lo que no tenían en cuenta aquellos que en cada caso daban la orden de allanamiento era que, después del operativo, cada vecino aportaba algo que permitía reequipar el canal y ponerlo nuevamente en funcionamiento. Así, en medio de la persecución estatal, y luego de dar varias vueltas porla Capital, el canal se instaló en el barrio de Caballito.
Estas en casa
Ya instalados en la zona, en un departamento de 2 X 2, el canal comenzó a transmitir las 24 horas con una sola premisa: que la gente pase de ser un simple espectador a ser participe activo de la programación, que arrancaba a las 6 de la mañana con una bolsa de trabajo donde los mismos vecinos pedían qué necesitaban (electricista, pedreros, cuida chicos). A las siete comenzaba el informativo donde se comentaban los diarios y se transmitían notas filmadas sobre los conflictos sindicales, de jubilados, estudiantes o hechos de actualidad del barrio. Cosas que los canales de aire ignoraban olímpicamente. Eran los propios estudiantes, organismos de derechos humanos, Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y organizaciones sindicales quienes se acercaban a denunciar sus problemas. Todos tenían un especio abierto e ilimitado en el canal.
Luego, a las 10:00, venían dos horas de anarquía infantil. Los chicos tomaban el control y conducían su propio programa. Traían sus películas que querían compartir con los demás y pasaban dibujitos que el canal conseguía del cable.
Al mediodía se emitían recitales (Zitarrorrosa, Caetano Veloso) y películas, y a las 21:00 arrancaba “El barrio habla”, noticiero que, lejos de la gomina y el maquillaje tradicional, se caracterizaba por las discusiones entre espectadores, informes sobre marchas, represiones, reportajes a luchadores populares. Sin límite de tiempo, los llamados telefónicos salían al aire sin censura y esto generaba interminables discusiones: la realidad pasaba por encima del programa. A las 00:00 horas arrancaban tres películas que los espectadores elegían y que, en general, ellos mismos aportaban.
Lo mejor, sin embargo, llegaba los jueves. La noche estaba dedicada a los presos de Devoto, con quienes la gente del canal tenía muy buena relación hecha en base a partidos de fútbol, quienes elegían la película, erótica por supuesto, y aprovechaban para mandar mensajes a sus familias.
Todo por $2
A pesar de transmitir durante todo el día y con un alcance importante, 50 Km en línea recta sobre el oeste, los costos de Utopía eran ínfimos. La plata la conseguían de las publicidades que los vecinos hacían y que ellos mismo filmaban. Todos los que trabajaban ahí, sin embargo, no cobraban un sólo peso, lo cual hacía muy inestable al proyecto.
¿El final?
Finalmente, en el 2001, el canal dejó de transmitir. Las causas son variadas y cuesta no especular ya que tanto Walter como Fabián Moyano murieron. Se sabe de las presiones, los allanamientos, la falta de plata y también de la propia gente que en ciertos momentos, terminó dándole la espalda al proyecto.
Cuesta creer que ya no esté más un canal que, no importaba qué pasase -detenciones, allanamientos, requisas- siempre volvía a transmitir. Pareciera que cada uno de nosotros está esperando que, así como pasó tanta veces, las señales de Utopía vuelvan a aparecer. Y para alimentar esta mística no hay que hacer más que entrar a su página web donde, aunque hace mas de cuatro años que no está actualizada, se lee una especie de amenaza, de grito de guerra que permite pensar que el proyecto nunca terminó: “Tenemos un transmisor muy pequeño, como para empezar. Necesitamos un edificio alto para poner una antena y una pieza para transmitir.”
Divina TV Fürher
En estos tiempos, la televisión tiene tanta importancia en nuestras vidas y estamos tan adaptados a la dinámica pasiva que propone que se nos hace casi imposible pensarla de otra manera. Que una persona común aparezca diciendo lo que piensa, que los conflictos que suceden y que protagonizamos tengan un espacio en los medios parece, valga la palabra, una utopía. Pero Utopía nos permitió ver la importancia de tener un canal que se enfoque en las preocupaciones y necesidades de los que luchamos por que las cosas cambien en el país y no nos comemos esa realidad deformada que nos venden los noticieros, donde tiene la misma importancia un caso de desnutrición y el sanguche de mortadela más grande del mundo, donde la desocupación, al igual que la miseria, se resume en un índice que, contrario a toda percepción, mágicamente disminuye; donde los que se rebelan y se oponen a esto son sistemáticamente silenciados y ocultados.
Podrán cortar cien flores…
Hoy los medios pertenecen a grupos monopólicos, estatales o privados.Un puñado de multimedios controlan toda la información que vemos, oímos, leemos (¿y creemos?). El Estado, con o sin Ley de Medios, los protege y financia y persigue judicialmente a los que se les oponen como hicieron con Utopía. Sin embargo no pueden frenar los programas y emisoras de radio “clandestinos” que se multiplican. La libertad de expresión se consigue a pesar de ellos y con tu ayuda, dice uno de los comunicados de Utopía con justa razón.
Solo necesitamos un edificio alto…
* Serrat dio su apoyo al canal y se expresó a favor de la existencia de medios alternativos que sirvan como herramienta contra los grandes monopolios de la comunicación.