Muchos de los espacios políticos que se caracterizan por llevar a cabo diversos reclamos sociales, llegaron a las elecciones dispersos. Al menos seis de las listas que compitieron en las PASO del domingo pasado aparecen ante los electores como proyectos indistintos.
Por Martín Bustamante
La mayoría no superaron el piso del 1,5 % y solo 2 listas apenas superaron el 2 % para competir en las elecciones definitivas. Ni el proyecto por las seis horas para las enfermeras del amenazado Marcelo Ramal, ni los innumerables estudios económicos de Claudio Lozano, ni los amparo de Alejandro Bodart para frenar el aumento del subte, ni las denuncias de La Alameda de Gustavo Vera sobre los talleres clandestinos, ni la trayectoria del subterráneo caminante Zamora, ni la campaña de denuncia a la opresión de género desarrollada por el MAS, ni todos los reclamos políticos, sociales y gremiales que expresan las organizaciones que están detrás de estas candidaturas lograron siquiera aparecer como parte de los debates que tendrán las principales expresiones en las elecciones de la Ciudad de Buenos Aires.
Frente a un kirchnerismo que adopta muchas de las discursividades de estos planteos (cada vez mas contrapuestas a una realidad marcada por un Milani acusado hasta por su propia cuñada y por unas paritarias con tope que no encuentran solución en los gremios propios y ajenos), el agrupamiento que se da en políticas específicas (gremiales, estudiantiles, pueblos originarios, Derechos Humanos, talleres clandestinos, etc.) no se reitera en la contienda electoral. Parece que al momento de esgrimir definiciones generales predomina la búsqueda de la diferencia, de aquél matiz que solo los del mundillo militante reconocen, pero que es ignorado la inmensa mayoría de los votantes. Se adopta un criterio ultra ideológico teórico, para algo tan táctico como las elecciones.
Mientras algunos pronosticaban el advenimiento de la izquierda en detrimento del peronismo, la realidad indica que El Frente Para la Victoria (autoproclamado como Peronista) lidera las encuestas con números superiores al 30 %, y Masa (otro autodenominado pejotista) no baja del 20 %.
Fue el Proyecto Sur de Solanas y Lozano el que tal vez, en su momento, intentó persuadir a ese votante peronista y obtuvo relativo éxito al conseguir un 24 %. Esa fue la única vez que el triunfo sobre el kirchnerismo no se manifestó en una opción liberal conservadora. Pero el oficialismo tomó nota del asunto y buscó los caminos necesarios para que nada afecte a su estrategia de polarizar con Clarín y “la derecha”. Con su batería mediática y con el incremento de dicha polarización, muchos de sus ataques se concentraron en la figura del Cienasta. Pero éste y sus aliados no tuvieron mejor idea que responder con nuevas sociedades políticas. Primero con Binner y el FAP, después con Carrio y UNEN. Su correlato sindical significó un Pablo Micheli cada vez más juntito a Moyano Barrionuevo y cada vez más aislado de su propia base, en las puertas de una derrota en su propio gremio (ATE) y una nueva fractura de la CTA.
El recueste en la distintas variantes del Frente Opositor no hicieron otra cosa más que favorecer los objetivos de un kirchnerismo que trituró hasta los vestigios de aquel movimiento político.
En el ocaso de quienes se denominaban emancipadores emergió el Frente de Izquierda y los Trabajadores. Obligados a juntarse por el piso necesario para superar las PASO, los partidos trosquistas se unieron y lograron erigirse como una fuerza contraria al oficialismo y a la oposición, por izquierda. Así arrimaron números inimaginables para ellos hasta el momento y en las últimas legislativas logran ingresar varios diputados al parlamento. El envión les brindó la posibilidad de ser los artífices de un agrupamiento con muchas posibilidades de crecimiento, algo que hasta ahora no han logrado o no han querido. Si bien es cierto que muchos votantes se inclinan por esta lista porque es la expresión mayoritaria de muchos grupos dispersos, no es menos importante señalar que ni siquiera intentaron buscar caminos para evitar que tantas expresiones similares se presenten por separado.
Mientras tanto Argentina se debate su futuro en las urnas, pero también en los reclamos populares que se renuevan todos los días más allá de los resultados electorales. Porque mientras las opciones de gobierno sean las mismas los maestros y vecinos de Flores seguirán denunciando los talleres clandestinos y los familiares de Cromagnon seguirán reclamando contra la corrupción de Estado que terminó con la vida de sus hijos.
Tal vez ellos cómo tantos otros descrean de los soluciones que podrá brindarles este sistema electoral, pero también necesitaran que, en el camino de sus luchas, cuando llegan las elecciones, sus reclamos y sus objetivos logren manifestarse en una lista unificada.