
El periodista, actor y activista Roberto Jáuregui fue la primera persona en nuestro país en hacer público que vivía con VIH. Desde la coordinación de la Fundación Huésped hasta en la tele en novelas como Celeste y programas como Hora Clave, puso el cuerpo y la palabra para visibilizar las demandas y experiencias de las personas con VIH. A 61 años de su nacimiento, varias organizaciones reclaman el tratamiento del proyecto de Ley para que se declare el 12 de agosto como el “Día de la VIHsibilidad”, y también, por una nueva “Ley de VIH, Hepatitis Virales, Tuberculosis e ITS”.
El proyecto por el “Día de la visibilidad de los derechos de las personas con VIH” fue presentado por la diputada nacional del Frente de Todos, Gisela Marziotta y es el resultado del trabajo coordinado con la Asociación Ciclo Positivo y un conjunto de organizaciones de la sociedad civil como Fundación Huésped, Red Argentina de Jóvenes y Adolescentes Positivos, Fundación GEP, El Vahído, el Movimiento Latinoamericano de Mujeres con VIH, ATTTA Red Nacional- FALGBT, la Red Bonaerense de Personas con VIH, la Red de Personas con VIH de Mar del Plata, Vox Asociación Civil (Rosario) y la ICW Argentina (Chubut).

Desde la Fundación Huésped recuerdan que los primeros casos de VIH en nuestro país se conocieron en 1982 y muchos de ellos se concentraron en el Hospital Fernández de la Ciudad de Buenos Aires. En ese momento, el hospital contaba solo con dos médicos infectólogos que atendían un par de veces por semana, los insumos eran insuficientes y los tratamientos tenían un costo superior a mil dólares mensuales. A esto, se sumaba un contexto social de estigma y discriminación hacia quienes tenían el virus, e incluso, hacia quienes lo trataban. Toda esta situación fue el impulso para que en 1989 se creara la fundación, y que al poco tiempo, Roberto se sumara y convirtiera en su primer coordinador.
Roberto no se arrepentía de nada de lo que había hecho en la vida porque sentía que sería como arrepentirse de haber amado o gozado. De esa forma, cuestionaba a una parte de la sociedad que señalaba a las personas con VIH con un “algo habrás hecho” o como “pecadoras”: “Yo no me considero un pecador porque nadie hace nada para enfermarse y mucho menos de una enfermedad incurable”. Además, aseguraba que no le tenía miedo a la muerte porque la consideraba un descanso, su mayor miedo era morir y dejar solo a su pareja después 8 años juntos. Así, humanizaba las experiencias no solo físicas sino también emocionales de las personas que como él atravesaban la enfermedad.
En 1989 como Roberto no tenía el dinero que necesitaba para el tratamiento, salió en varios medios de comunicación para denunciar la desigualdad en el acceso a los tratamientos disponibles en ese entonces. Así fue como llegó a participar del programa Hora Clave de Mariano Grondona donde dijo: “He tenido amigos que antes de morir clínicamente, murieron civilmente. Eso es muy triste”. Luego, en un horario central de la televisión, Roberto le pidió al conductor del programa que lo abrazara. Ese abrazo fue un gesto político frente a la discriminación y la desinformación. Porque todavía en esos años era necesario explicar que ni los besos ni los abrazos transmitían el virus.

En el último boletín epidemiológico publicado en 2019, el ahora Ministerio de Salud estimaba que aproximadamente 139 mil personas viven con VIH en el país, pero solo el 83% de esas personas conoce su diagnóstico. “Es importante instalar un día de la visibilidad de los derechos de las personas con VIH porque todavía hoy sigue habiendo muchísima discriminación y la información que circula no es suficiente. Todavía existe muchísima gente que tiene miedo de las personas con VIH y a partir de ese miedo surge la discriminación y el estigma”, aseguró Matías Muñoz, presidente de Ciclo Positivo, a través de un comunicado de la asociación. A casi 30 años de la muerte de Roberto, su historia de vida y activismo se revaloriza de la mano de las demandas del presente de las personas con VIH.
SV.-