Proponen declarar Patrimonio Cultural de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a las actividades, expresiones y manifestaciones artísticas de la cultura afro argentina.
La Legislatura de la Ciudad debatirá una iniciativa para crear el Consejo que tendrá por función asesorar y recomendar cursos de acción y estrategias adecuadas en esta materia.
El proyecto propone reconocer los aportes que los africanos y afrodescendientes han realizado a la cultura del país y de la Ciudad en particular, respetando sus derechos culturales que durante siglos han sido negados, y promoviendo la riquísima cultura africano-argentina.
Argentina reúne una amplia gama de matices introducidas por las corrientes inmigratorias africanas y se reconoce el imprescindible aporte que han realizado los afrodescendientes. Su rico bagaje –herencia y continuidad de los primeros expatriados, forzados a desembarcar como esclavos en el Río de la Plata desde fines del siglo XVI– aflora en las melodías de distintos géneros musicales, comidas y textos literarios.
La conformación de las Comunidades Africanas y de Afro descendientes en la Argentina se lleva a cabo en diferentes momentos históricos precisos:
Primero, a partir de la trata de africanos esclavizados, en el Siglo XVI, y su consolidación durante los siglos XVII y XVIII. Si se efectúa el cálculo, para las tres Américas, de que por cada africano que llegaba estas costas, cinco perecían por inanición, diarreas, deshidratación, suicidios o crudelísimos castigos, se halla que el tráfico esclavista le provocó a África una sangrienta extracción de más de 60 millones de personas, y a Europa, su extraordinaria expansión industrial y económica. Buenos Aires y Montevideo se constituyeron en los puertos más importantes del Atlántico Sur a tal fin, y surtieron todo el interior de Sudamérica.
El segundo momento histórico se registra con la llegada de los inmigrantes provenientes de las Islas de Cabo Verde, África Occidental, quienes comenzaron a arribar desde fines del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX: si bien su migración no fue forzada como la de otros africanos durante los siglos precedentes, sí fue forzosa a causa de las condiciones de hambre y miseria y la falta de perspectivas impuestas por la administración colonial portuguesa. Esta comunidad suma en la actualidad alrededor de 20 mil integrantes.
En tercer lugar y sobre todo a partir de la década del ‘90, se produce una nueva migración africana de países como Senegal, Nigeria, Mali, Sierra Leona, Liberia, Ghana y Congo, a la que podemos caracterizar como una migración por causas de carácter económico y político, de las que no son ajenas las rémoras de la esclavitud y las guerras civiles, fomentadas desde las metrópolis colonizadoras.
Según el Censo llevado a cabo por Juan José Vértiz y Salcedo en 1778, ascendía a 35% la cantidad de población afro en Buenos Aires, arrojando un número más elevado en las provincias de mayor producción agrícola: 54% en Santiago del Estero, 52% en Catamarca, 46% en Salta, 44% en Córdoba, 42% en Tucumán, 24% en Mendoza, 20% en La Rioja, 16% en San Juan, 13% en Jujuy y el 9% en San Luis.
En la Argentina la población negra disminuyó desde comienzos del siglo XIX hasta prácticamente desaparecer. Varios fueron los factores que influyeron en ese desenlace. En primer lugar, tenemos el hecho de que los africanos y afro descendientes participaron compulsivamente de todas las acciones bélicas de la Argentina. Su incorporación fue paulatina, en tropas regulares e irregulares, ocupando los puestos más peligrosos en el campo de batalla.
Después de mediados del siglo XIX suceden los dos hechos a los que la historia asigna haber causado la muerte en masa de los afros argentinos: la Guerra del Paraguay (1864-1870) y la epidemia de fiebre amarilla en Buenos Aires (1871).
No obstante esta disminución de la población afro argentina, perduran muchas manifestaciones de su cultura que ya son parte de nuestras más reconocidas tradiciones. En este sentido es posible que el efecto más duradero del influjo negro en la Argentina haya sido el tango, que cobra parte de sus características de las festividades y ceremonias que los esclavos desarrollaban en los llamados tangós, que eran las casas de reunión en que se agrupaban con permiso de sus amos. También la milonga, el malambo, la chacarera y la payada se nutren de su influencia. La danza es probablemente la más importante de las contribuciones que los negros aportaron a la formación étnica y cultural de América Latina.
Asimismo, el habla coloquial del español en la Argentina aduce muchos términos negro-africanos, por ejemplo: mucama, bochinche, dengue, mondongo, quilombo, marote, catinga, tamango, mandinga, candombe, entre muchas otras.
La realidad impone asumir la responsabilidad política y social del Estado y de la sociedad toda, de comenzar a revertir esta situación de racismo e invisibilización de este sector de la población históricamente marginado, a través de políticas públicas tendientes a reconocer, en primer lugar, el aporte realizado en toda la historia del país, para luego reconocer la existencia actual de afro argentinos, afro descendientes y africanos para de esta manera contribuir a mejorar su calidad de vida y paliar las consecuencias que aún hoy subsisten del sistema esclavista.
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires, según consta en el Art. 32 de su Constitución, “protege y difunde su identidad pluralista y multiétnica, y sus tradiciones”.
Desde organismos de la Ciudad se han realizado aportes que reivindican la actualización y puesta en valor de la cultura afro en el Río de la Plata; prueba de ello es la publicación “Buenos Aires Negra” de la Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, compilada por la Lic. Leticia Maronese, que reúne más de 20 trabajos presentados en las Jornadas Buenos Aires Negra. Memorias, representaciones y prácticas de la comunidad afro (2002) y las Jornadas de Patrimonio Cultural Afro argentina (2005).
Considerando los Tratados internacionales en materia de diversidad cultural, se reconoce en primer lugar la Declaración Universal sobre Diversidad Cultural, adoptada por la 31º Conferencia General de la UNESCO, el 2 de noviembre de 2001 en París, que en su artículo 4 especifica que “La defensa de la diversidad cultural es un imperativo ético, inseparable del respeto de la dignidad de la persona humana. Ella supone el compromiso de respetar los derechos humanos y las libertades fundamentales, en particular los derechos de las personas que pertenecen a minorías y los de los pueblos autóctonos. Nadie puede invocar la diversidad cultural para vulnerar los derechos humanos garantizados por el derecho internacional, ni para limitar su alcance.”
También queremos se remarca que según la “Convención para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial” (2003) convocada por la UNESCO en París y ratificado por la Argentina, se entiende por Patrimonio Cultural Inmaterial “los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas – junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes – que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural”. Considerando que “los tratados con potencias extranjeras son ley suprema de la Nación” (Constitución Nacional, art. nº 31), el Estado debe salvaguardar el Patrimonio Inmaterial, tomando las medidas necesarias para garantizar la viabilidad del patrimonio cultural.
La Asamblea General de la ONU, adoptó por consenso una resolución que establece la celebración del “Decenio Internacional de los Afro descendientes” del 1 de enero de 2015 al 31 de diciembre de 2024.
En el ámbito nacional se estableció 8 de noviembre: Día De Los/As Afroargentinos/As Y De La Cultura Afro mediante la Ley 26.852, y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires mediante la Ley 4503/13.