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¿Se despolariza Argentina?

Mientras la inflación no cede y se consolida la caída del poder adquisitivo de las grandes mayorías, se intensifican las internas hacia el interior de los dos espacios políticos que disputarán las elecciones presidenciales de 2023. Por Martín Bustamante.

La escalera de Massa

Según el informe mensual del Índice de Precios al Consumidor (IPC), publicado por Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC), la inflación registro un aumento de 6,2% durante septiembre y una variación de 83% con respecto al mismo mes de 2021.

Los datos continuan siendo alarmantes, pero en el equipo del ministro de Economía se entusiasman porque la cifra fue inferior al 7% que pronosticaban las consultoras. Además, se reiteró una incipiente desaceleración con respecto al 7.4% de julio y al 7% de agosto.

De todas maneras, persisten las dudas sobre la posible consolidación de este tendencia porque los últimos meses del año suelen tener un repunte inflacionario, mientras se espera que se haga efectiva la quita de subsidios con el correspondiente aumento de tarifas y el dólar oficial sigue su camino de aumento sostenido.

Los hombres de Massa también miran con simpatía el 5.5% de la inflación núcleo (promedio de precios sin contar las variaciones de estación y de servicios regulados por el Estado), pero no pueden explicar el desborde de “prendas de vestir y calzado” (10.6%) y “alimentos y bebidas no alcohólicas” (6.7%) a pesar de los acuerdos que celebraron con las cámaras empresarias del sector. Ante su fracaso, el ministro amenazó con abrir la importación de ropa (el aumento interanual fue del 118%).

La danza de las cotizaciones

Con el impulso de los USD 8000 millones que logró recaudar Economía mediante la cotización a demanda de los productores de soja (acaso el principal logro que se anota el ministro), Massa lanzó nuevas medidas para contener las divisas en el Banco Central. Así, nació un nuevo desdoblamiento cambiario aunque en esta oportunidad no tiene fecha de caducidad.

Buena parte de los economistas que suelen habitar las pantallas de los canales de televisión argentinos, junto a los principales referentes de la oposición, no ahorran cuestionamientos ante la llegada de los dólares “Qatar” y “Coldplay”, aunque, en la mayoría de los casos, no aclaran que la alternativa sería una devaluación brusca, o no informan cuales serían sus consecuencias.

La IDEA de los que crecieron

El establishment político y económico austral se dio cita en el hotel Sheraton de Mar del Plata (la “Biarritz argentina”). Allí, ell presidente Alberto Fernández, el ministro Sergio Massa y el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta fueron los principales invitados del tradicional evento organizado por el Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA).

Llamó la atención la consigna del miting de este año (“Ceder para crecer”), pero sorprendió aún más el run run de los pasillos en referencia al candidato preferido por la mayoría de los ejecutivos presentes. Desde la perspectiva ideológica de los convocantes, el sentido común indicaría que sus elegidos para 2023 estarían entre el alcalde porteño, el ex presidente, Patricia Bullrich o Javier Milei. Veremos…

En el Sheraton sonó fuerte Sergio Massa. Así como en Brasil las elites económicas se inclinan por Lula, a sus pares argentinos tampoco les convence las propuestas de ultra derecha. Por el contrario, un hombre cercano a la embajada de Estados Unidos, que cuenta con la aceptación de la principal dirigenta del oficialismo, resulta más auspicioso para la anhelada estabilización.

Es probable que los hombres de negocio hagan un cálculo similar al que hizo el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) con la Encuesta de Grandes Empresas (ENGE) del INDEC: entre 2012 y 2015 (mandato de CFK), las principales 500 empresas de Argentina ganaron, en promedio, USD 21.063 millones anuales, mientras que, entre 2016 y 2019 (mandato de Mauricio Macri), ganaron USD 16.035 millones.

Un antídoto contra el pac-man argentino

Cuando los medios internacionales hablan de Argentina, suelen destacar su proceso inflacionario, pero poco se cuenta de sus procesos paritarios. Cuando el mundo atraviesa momentos un alza sostenida de precios, es importante contar que estas pampas también se caracterizan por intensas negociaciones salariales.

Después de un extenso y duro conflicto, el sindicato del neumático firmó un aumento de 73%, algo que irradió a otros gremios, como el de los trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines, que alcanzaron un 98% o los bancarios con un 94.1%.

Más allá de estos incrementos, casi la mitad de los empleados del país austral no están alcanzados por estas negociaciones. La brecha de ingresos es notable: de enero 2015 a junio 2022, el salario registrado cae 16,3%, mientras que el no registrado lo hace en 33,1%. Para reducir esta distancia y compensar a los sectores con menores ingresos, se debate la posibilidad de implementar un aumento de suma fija.

Aunque parezca fuera de contexto, el acuerdo con el FMI tiene un vínculo directo con la relación precios ingresos. El memorándum incluye dos cláusulas inflacionarias: quita de subsidios (con el consecuente incremento de las tarifas de luz y agua) y ajuste del tipo de cambio a la inflación (con el impacto que tienen las devaluaciones en la formación de precios). Por lo tanto, resulta muy dificil pensar en una recuperación del poder adquisitivo sin una renegociación con el organismo multilateral de crédito.

Los pibes para la fragmentación

Algunos hechos muestran que la dispersión política de la coalición gobernante es total. En los últimos diez días renunciaron tres ministros.

La titular de la cartera de Géneros y Diversidades, Elizabeth Gómez Alcorta, pegó el portazo denunciando un operativo policial que violó los derechos humanos de mujeres mapuches en la Patagonia. A su par de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, le resultó más atractivo volver a su municipio antes que defender el proyecto nacional.

Al desplante palaciego, le correspondió la elevada temperatura frentetodista cuando el 17 de octubre sus tribus se midieron en tres actos por el día de la Lealtad peronista. Desde el estadio basquet de Obras Sanitarias, la CGT lanzó misiles contra La Cámpora. Poco después, la respuesta se escuchó en el palco de una Plaza de Mayo colmada, donde Máximo Kirchner, acompañado por otros dirigentes de la CGT y de la CTA atendió al secretario cegetista Hector Daer: “se borra cuando hay que votar en contra del FMI”, dijo el Diputado.

El traje de Alberto

Quien no participó de ninguno de los actos (no fue invitado) es el presidente del Partido Justicialista, que también es presidente de la nación y se llama Alberto Fernández. Su figura viene opacada por la omnipresencia del super ministro Sergio Massa, pero la última semana decidió subirse al ring.

Primero designó a las reemplazantes de los ministerios vacantes sin consultar a los socios de la coalición, después, para que no queden dudas, dejó trascender que lo había hecho de esa manera. La frutilla del postre la hizo en Mar del Plata.

Ante el auditorio del coloquio IDEA, en un tono firme y confrontativo, el presidente se calzó el traje de candidato a la reelección con una enfática defensa de su gestión de la pandemia, del acuerdo con los acreedores privados y con el FMI, de la ausencia de pedido de retornos y del no espionaje a propios y ajenos.

El efecto Bolsonaro

A partir del intento de asesinato contra la vicepresidenta no se registraron muchos movimientos en términos de preferencias electorales, salvo un resurgimiento el ultraderechista Javier Milei. Según el consultor Raúl Aragon no hay relación entre ambos hechos.

La imagen de la versión argentina de Vox y Jair Bolsonaro había caído tras defender la venta de órganos y otras declaraciones extravagantes. Su repunte parece ubicarse en la tendencia del triunfo de Giorgia Meloni y, sobre todo, en la buena performance del presidente brasileño y el posible retorno de Donald Trump en las elecciones de medio término de Estados Unidos.

Este hecho no solo impacta en los “libertarios”, Mauricio Macri, Patricia Bullrich y hasta el propio Horacio Rodríguez Larreta radicalizan su discurso y parecen competir por el electorado de ultra derecha.

¿Se rompe la oposición?

De todas formas, la tendencia bolsonarista también genera disgustos en la oposición. Las voces centrista no tardaron en manifestarse para dejar en claro su rechazo explícito a las posturas polarizantes.

Los intentos por constituir una tercera vía para romper la polarización política naufragaron durante los último 20 años. Más aún, en el escenario regional se consolidan los sistemas de binarios, mientras que las avenidas del medio huyen a los extremos.

Las experiencias argentinas de esta naturaleza llegaron desde el peronismo, pero solo tuvieron éxito cuando jugaron de opositores al kirchnerismo, es decir, mientras se ubicaron en uno de los polos. El ejemplo más claro lo ofrece el actual Ministro de Economía, quien creció en oposición a CFK, pero se diluyo al ubicarse como una tercera opción.

Hoy, esa posibilidad llega desde las filas de la oposición. Fue el neurólogo Facundo Manes quien decidió rivalizar con las figuras principales de las dos coaliciones. “Hay dos liderazgos en la Argentina hoy. Uno es el de Cristina Kirchner, donde están Alberto Fernández, [Sergio] Massa; otro, donde está Macri, está [Horacio Rodríguez] Larreta, [Patricia] Bullrich. Esa antinomia nos impide pensar un país”, aseguró en el programa televisivo de Luís Majul.

La posibilidad de ruptura de la oposición tomó más color el sábado pasado cuando en el programa de Mirtha Legrand Elisa Carrio y Hugo Alconada Mon denunciaron un “enorme daño”, provocado por el espionaje que llevó adelante la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) durante el mandato del ex presidente Mauricio Macri.

El veredicto inflacionario

Con una inflación intearnual proyectada al 100% resulta improbable un triunfo del Frente de Todos para las presidenciales del año que viene. Aún así, buena parte del establishment y la Embajada de Estados Unidos se ilusiona con una candidatura de Sergio Massa.

Recetas del FMI mediante, con un ajuste fiscal en marcha y una inflación galopante, a quienes no les resulta muy agradable el ascenso del tigrense es al electorado argentino.