Néstor Piriz es uno de los más de 1200 trabajadores tercerizados que pasaron a planta con la lucha del 2006. Recientemente fue absuelto de una causa iniciada en 2009 por Metrovías en el marco de la lucha por la inscripción gremial y jurídica de la AGTSyP.
“Mi horario es de cinco a once de la mañana en Constitución, donde circulan entre 200 y 350 mil personas por día. La función nuestra es auxiliar de estación. Nosotros estamos para atender al usuario, a la misma vez recibimos críticas, puteadas, de todo… Uno se acostumbra, pero bueno, nosotros también decimos que la culpa no es nuestra sino de la empresa que no invierte…
Mi lucha en el subte arranca allá por el 2005. Pertenecía a una tercerizada (metropolitana) y en ese momento las condiciones laborales eran pésimas; la paga era pésima también: laburábamos doce y hasta catorce horas por 310 pesos. No nos alcanzaba para nada. Muchos de nosotros teníamos familia, hijos. Yo soy oficial carpintero de muebles finos y pintor. No tenía noción de lo que era una asamblea, no tenía noción de lo que es ir y hablar con el compañero en los distintos sectores y concientizar el tema de la lucha, el tema de que es posible cuando hay unión y cuando hay compañerismo romper el esquema que la patronal quiere imponer. No tenía noción de nada… En ese momento hubo un grupo de compañeros que decidió cortar con ese esquema de precarización laboral y se conformó un grupo muy lindo, muy luchador, creyendo que era posible romper esas cadenas que nos ataban a esa esclavización que teníamos dentro del ámbito del trabajo. Era posible romperlas y de hecho las rompimos. Hubo un conjunto de tercerizadas que se encaminaron en la misma idea nuestra de pasar a planta madre y se logró. Hoy prácticamente no existe la tercerización en el subte.
Fue difícil la lucha. He pasado cosas complicadas… El día que nació mi hijo la empresa me suspende y me descuenta 29 días de trabajo y cuando fui a cobrar cobré 80 pesos. No tenía para comprarle pañales a mi hijo, para el alquiler, para comer, y hubo compañeros que se ofrecieron a donar parte de su sueldo para que yo pudiera pagar el alquiler, comer. Esas cosas a uno lo deja con satisfacción de decir bueno, he luchado y peleado con compañeros que estuvieron al lado mío y eso es bueno, porque le marca y le deja algo a uno en la vida: que como persona y compañero, uno vale.