Hace dos semanas la ONG Buenos Vecinos BA convocó a un corte de la Avenida Pueyrredón para pedir que trasladen a los manteros de Once. En esta ocasión, los vendedores callejeros se defendieron de las imputaciones que les hicieron en esa marcha. Por Ximena González
Continúa el conflicto por el espacio público en Balvanera. Luego de la concentración de vecinos y comerciantes en Avenida Pueyrredón y Sarmiento del martes 12 de octubre, en donde denunciaban hechos de violencia y que hay mafias que controlan a los manteros de la zona, a la vez que pedían que los muevan de lugar, los vendedores les respondieron.
Ayudando en la olla popular que realizan todos los martes en Plaza Miserere y los jueves en un comedor de Pichincha 282 para gente en situación de calle, se encontraba María Elena Berrocal, una mujer con movilidad reducida integrante de la agrupación Vendedores Ambulantes Independientes de Once (VAIO). En diálogo con Abran Paso contó que entregan unas 250 raciones por día y que los alimentos los consiguen a través del MTE, la UTEP y haciendo vaquita entre todos para comprar lo que falte.
“A mi nadie me manda, lo hago de voluntad, porque me gusta ayudar a la gente, me gusta estar con la señora Luzmery (presidenta de VAIO), que también nos ha enseñado a ser solidarios. Si usted se queda acá va a ver la cantidad de gente a la que le vamos a repartir la comida”, manifestó. Y sobre la manifestación organizada por Buenos Vecinos BA comentó: “Dicen que somos mafia… ¿A qué le llaman mafia? ¿A qué llaman extorsión? ¿A que le damos de comer a la gente de la calle? ¿A que hacemos roperitos solidarios y se los regalamos a una que otra persona? La señora Luzmery nunca nos cobró un pedazo de piso. Eso es pura mentira. Se los digo yo que he estado casi desde el día uno que nos desalojaron de Once, cuando teníamos una carpa acá y también nos acusaban de muchas cosas”.
Además de la olla popular, realizan otras actividades solidarias solidarias, como pagarle la pieza y llevarle comida a dos compañeros de ellos que, por su edad, ya no pueden trabajar en la calle. Además, organizan actividades para recaudar dinero y ayudar a las familias de los integrantes de la agrupación que fallecieron por COVID, o a aquellos que están enfermos. Todo esto lo desarrollan haciendo “vaquitas”.
“Otra gente mira eso y dice que están cobrando piso. No señor, nosotros ayudamos a esa gente. No sé por qué se ofenden porque hacemos vaquita, nos miran mal, nos dicen que somos mafiosos, que extorsionamos. Todos estos compañeros que están acá en la plaza son vendedores, que dejan horas de trabajo para venir a colaborar, a ayudar a la gente. Yo no tendría que estar acá pero vengo porque me gusta ayudar, colaborar, estar con mis compañeros, y ellos vienen por voluntad propia no porque se los exige o se los obliga”, afirmó María Elena.
Con respecto a los hechos de violencia que manifestaron los asistentes a la marcha del martes 12, la comerciante destacó que no comprende por qué, cuando tienen un problema con una persona en particular, se ensañan con todo el colectivo. “Nosotros no tenemos la culpa. Y tampoco dicen que de los edificios nos tiran lavandina, nos tiran bolsas con basura o tierra a la mercadería que tenemos. Esa gente generaliza, dice que los manteros somos problemáticos, nos meten a todos en el mismo saco y no es así. Por ahí han tenido dos o tres problemas pero nos embarran a todos. No nos gusta hacer maldad. Estamos en un país generoso, que nos abrió las puertas, no hacemos daño a nadie. Pero si nos ofenden vamos a reclamar”, enfatizó
Y concluyó: “Meten a los señores de los negocios que a veces hasta nos guardan la mercadería. Nosotros no les competimos, vendemos otras cosas. Y nos cuidamos, conversamos con ellos, el comerciante nos mira la mercadería y así. No sé por qué dicen que están en contra nuestro. Ellos tienen la posibilidad de trabajar en una oficina, bajo un techo, y nosotros tenemos la posibilidad de trabajar bajo el sol. Somos trabajadores, de diferentes ramas pero trabajadores”.
En Plaza Miserere también estaba Saab Salim, quien le comentó a este medio que vende sabanas, cortinas, toallas y manteles, que le compra a los mismos negocios a precio por mayor. Él obtuvo un trabajo en blanco cuando llegó a Argentina pero al tiempo detectaron que era un paciente oncológico y perdió esa fuente de ingresos, que luego no pudo recuperar porque sus reiteradas visitas al médico no coinciden con los horarios laborales. “Estuve tres años con tratamiento, en el cual tuve que gastar todos mis ahorros. Tuve que empezar de cero y gracias a dios hoy con lo que puedo trabajar puedo solventar mis gastos”, indicó.
A la vez que agregó: “Yo, como muchos, somos gente con estudios. No por vender en la calle somos personas sin educación, somos vagos o no tenemos otra cosa más que hacer Hay muchísima gente que anteriormente ha tenido un lugar de trabajo, ha podido solventar un espacio para poder trabajar y lastimosamente, con esto de la pandemia y muchas cosas más que se suscitan, el dinero se hizo corto. Hoy las posibilidades de sobrevivir son pocas y la necesidad mucha. Trabajar en la calle es un trabajo digno también”.
Saab Salim es monotributista y aseguró que varios de los manteros también lo son, al tiempo que desmintió aquellos dichos de que los vendedores ambulantes extranjeros viven de los argentinos y no pagan impuestos. Sobre la marcha, opinó: “Me da mucha pena ajena más que nada. Porque cualqueira puede decir lo que quiera, hablar cosas que no son, diciendo que vivimos que la caridad, que nos paga el gobierno, que no pagamos impuestos, que somos unos negros, pero yo les diría que averguien cómo somos. Tenemos una historia grande y somos gente respetuosa. No vivimos en la época de las cavernas, somos personas racionales.
Por último, reafirmó: “Necesitamos laburar, no queremos nada gratis nosotros. Queremos algo digno, no que nos quiten nuestras cosas o que nos metan en un rincón, donde nadie vende nada, y nos tengan ahí como si fuéramos unas cucarachas o ratas. Todos los extranjeros que estamos en VAIO somos gente de bien, trabajamos día y noche por la familia o por nosotros mismos para tratar de progresar. Lo que queremos siempre es seguir adelante y que nos traten como personas. No tenemos porqué soportar tantas cosas, mentiras, infamias. Ser vendedor ambulante no significa ser una persona que vive de los planes o de los ciudadanos argentinos”.