Las clasificaciones científicas: ¿Categorías naturales o construcciones sociales?
“Muchas personas están íntimamente persuadidas de que las clasificaciones que establecen los científicos para ordenar la naturaleza –especialmente las clases y las familias biológicas- son conceptos basados en hechos naturales. Pero con ello olvidan que la mayoría de las clasificaciones, incluidas las que los genetistas utilizan en su Programa de investigación sobre el genoma humano, están cargadas de cultura”. (Marks, 1997, antropólogo)
Esta operación, de desvalorización de otros saberes, en un contexto marcado por la dominación de pueblos desde “Occidente”, sirve para legitimar la dominación política.
El conocimiento científico y el académico se desarrollan en complejos contextos sociales, políticos y económicos, por lo cual es difícil pensar que estos saberes sean realmente neutrales y desinteresados. En la mayoría de los casos, el financiamiento de investigaciones por ejemplo, se vincula con intereses concretos. Por otra parte, la ciencia la hacen personas, sujetos sociales y, desde la sociología y la antropología podemos comprender que todo individuo, al ser miembro de una sociedad, se ve atravesado por valores, creencias y sentimientos de los cuales es muy difícil despegarse. Sería importante pensar cómo atraviesan las subjetividades a las elaboraciones científicas.
El comienzo de todo: el lenguaje
Un eslabón fundamental del intelecto humano es el lenguaje. Ahora bien, si miramos en dirección de la semiología y la semiótica, lo primero que podemos aprender es que el lenguaje es social, arbitrario y convencional. Es decir que nada justifica necesariamente el nombre que le ponemos a una cosa. Se trata de un código que nos permite comunicarnos y construir ideas, a partir de un recorte de la realidad. Tomamos un aspecto de esta y la ordenamos mediante el lenguaje. Todo pensamiento científico inicia entonces con un procedimiento que contiene elementos arbitrarios. Hacemos recortes que nos permiten representar la realidad, para comprenderla y actuar, como seres sociales, sobre esta. Por ejemplo, nosotros empleamos una palabra para designar un color, el blanco. Sin embargo los esquimales, tienen muchas palabras distintas para varias tonalidades de blanco. La diferencia en el entorno vuelve lógica esta distinción en el lenguaje, la mirada y el conocimiento del medio.
Por otra parte, las palabras tienen historia, según el contexto social se cargan de ideología. Cuando hablamos de raza, casi inmediatamente pueden venir a la mente ideas sobre el racismo.
Los lenguajes, también implican acciones y consecuencias. Irving Goffman estudió el efecto del estigma en las personas, que opera a través de acciones y palabras, marcando a los sujetos, con efectos negativos en muchos casos. Con la raza, se puede ver claramente el proceso de estigmatización, revelando desigualdades y relaciones de poder.
Raza, ética y genética
A continuación, a modo de cierre, dejamos una serie de consideraciones del experto en genética, Alberto Piazza, esbozadas ya en el año 1997:
“La mayoría de los caracteres exteriores del cuerpo, como el color de la piel y la forma de la cabeza, proceden de una adaptación al medio. Un análisis filo genético de los grupos humanos sobre la base de criterios estables y no sometidos a esta influencia del medio no permite clasificarlos en “razas”. La variación genética es mucho más importante entre los individuos de una misma población que entre grupos diferentes. El estudio de la diversidad genética nos informa sobre todo acerca de la historia y la geografía de las poblaciones, confluyendo con el análisis lingüístico”.
“Polimorfismo: Se refiere a la presencia de varias formas, variosalelos,deunmismogenenunapoblación. Algunas regiones del ADN son más polimorfas que otras. La comparación de la frecuencia de los genes polimorfos en las distintas poblaciones permite hacerse una idea de la diversidad geográfica humana”.
“Con distinta frecuencia, todos los alelos están presentes en todas las poblaciones salvo algunas raras excepciones”.
“En promedio, el 85% de toda la diversidad genética humana se sitúa entre los individuos pertenecientes a la misma nación o tribu”.
“Los mismos polimorfismos están presentes en casi todas las poblaciones, aunque con frecuenciasdistintas en cada una de ellas, pues la diferenciación geográfica de los grupos humanos es reciente: ocupa apenas el 20% (entre 150 y 100 mil años) de los 700 mil años de existencia de nuestra especie (…) No ha habido tiempopara que se acumule una fuerte divergencia genética”.
Si pensamos también en la acción constante de los mecanismos micro evolutivos (migraciones, mutaciones, selección natural, deriva génica) a nivel de las poblaciones, la teoría de la raza, otra vez, se cae.